Fui orégano y brezo en monte silencioso,
tomillo agridulce en los días amargos,
botón de oro brillante en corazón de estío,
frágil violeta en cada contratiempo.
Al transcurrir los años, sin embargo,
aprendí a llover y eché raíces
en el bosque de las flores silvestres
donde el escaramujo y la bella madreselva
conviven en la tregua del instante.
Núria
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